domingo, 3 de junio de 2012

La poesía de posguerra


La poesía de postguerra nace de la unión que realiza Miguel Hernández con las tendencias anteriores, viéndose influenciado por la Generación del 27, autores como Góngora y el contexto de la Guerra Civil. Todo ello provoca la creación de una poesía social de la que nacen obras como: El rayo que no cesa y Poesía urgente y comprometida. La Generación que nos ocupa se conoce como la Generación del 36 o escindida, ya que muchos autores continúan su obra en el exilio realizando una rehumanización de la poesía.
        
Entre los años 40 y 50 compiten dos tendencias distintas de poesía: la poesía arraigada y la poesía desarraigada. La poesía arraigada está formada por autores como Luis Rosales, Leopoldo Panero, Felipe Vivanco y Rafael Morales, que agrupados en torno a la revista “Garcilaso” presentan un mundo de optimismo y perfección, en el que se resaltan las cosas bellas y temas como: la religión, el orden, el paisaje, el amor y el tema tradicional. En cambio, la poesía desarraigada es aquella que se encuentra en torno a los autores que crean la revista Espadaña, como son: Blas de Otero, Celaya, Dámaso Alonso y Carlos Bousoño. Es decir, autores que se encuentran desamparados y muestran la religiosidad en tono desesperanzado de duda, mientras realizan invocaciones a Dios preguntándole sobre el misterio del dolor humano, con un estilo bronco directo y sencillo. Además, dentro de esta tendencia podemos encontrar tres ámbitos distintos: el postismo, el grupo cántico y la poesía orientada a los 50. El postismo es la tendencia que enlazada con la vanguardia, rechaza la angustia existencial y reivindica la libertad, la imaginación y lo lúdico; en cambio, los pertenecientes al grupo cántico, crean una poesía intimista con gran rigor estético, que recibe una clara influencia de la Generación del 27. Sin embargo, es con la poesía de 1950 cuando aparecen la poesía social y el poeta solidario que pretende cambiar el panorama español, realizando un enfoque político, mediante su poesía. Es también ahora, cuando aparece el realismo crítico marcado por la injusticia social y el anhelo de libertad que busca un mundo mejor, que se enfrenta a una censura que no deja hacer alusiones al régimen. A pesar de todo, nacieron autores como Eugenio Nora y Garcilasol, con estilo claro y directo.

En los años 60 puede apreciarse una gran modernización y un desarrollo económico que convierten la poesía en una medida personal y polémica, en la que destacan poetas como Ángel González, Juan Goytisolo y Claudio Rodríguez. La poesía de los 60 se diferencia de las tendencias anteriores en que se preocupa por el hombre huyendo de lo poético, emplea la ironía y el escepticismo para mostrar el inconformismo ante el mundo, y se apoya en temas como el amor, la amistad, la vida cotidiana y la intimidad, siempre con un lenguaje coloquial y antiretórico.

En los años 70 aparecen los poetas nacidos después de la Guerra, por lo que su educación es diferente y está basada en los tebeos, la televisión, y un tema social que ahora aparece en el ámbito público, junto al cine y la televisión. Esta etapa se ve marcada por un escepticismo que duda de que la poesía pueda cambiar España, pero que admira al postismo y el grupo cántico. Además, surgirá un nuevo vanguardismo marcado por la poesía experimental y surrealista, la poesía clasicista y grecolatina, y la metapoesía como poesía que habla de la poesía. Destaca la obra Nueve novísimos poetas de Castellet.

En 1975 se ve marcado por cuatro nuevas tendencias, que son: el tradicionalismo, el neosurrealismo, el nuevo realismo, y la poesía elegiaca y metafísica. Primeramente, hablamos de un tradicionalismo que aparece como el nuevo manierismo que imita a los poetas del Siglo de Oro, como Fernando Villera con Soledades tercera y cuarta. Por otro lado,  está un surrealismo que aporta el verso libre, la ruptura poética y la prosa poética, como Fernando Beltrán con Aquelarre en Madrid. A continuación, aparece el nuevo realismo influenciado por la poesía de los 50, en el que cabe nombrar a Luis Montero con El jardín extranjero. Finalmente encontramos la poesía elegiaca y metafísica que se lamenta por la veloz juventud y belleza, en ella podemos destacar a autores como: Carmen Conde y Mujer sin orden, Gloria Fuertes con Historia y Gloria, y Luis Alberto de Cuenca con El otro sueño.

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