La poesía de postguerra nace de la unión que realiza Miguel
Hernández con las tendencias anteriores, viéndose influenciado por la
Generación del 27, autores como Góngora y el contexto de la Guerra Civil. Todo
ello provoca la creación de una poesía social de la que nacen obras como: El
rayo que no cesa y Poesía urgente y comprometida. La Generación que
nos ocupa se conoce como la Generación del 36 o escindida, ya que muchos
autores continúan su obra en el exilio realizando una rehumanización de la
poesía.
Entre los años 40 y 50 compiten dos tendencias distintas de
poesía: la poesía arraigada y la poesía desarraigada. La poesía arraigada está
formada por autores como Luis Rosales, Leopoldo Panero, Felipe Vivanco y Rafael
Morales, que agrupados en torno a la revista “Garcilaso” presentan un mundo de
optimismo y perfección, en el que se resaltan las cosas bellas y temas como: la
religión, el orden, el paisaje, el amor y el tema tradicional. En cambio, la
poesía desarraigada es aquella que se encuentra en torno a los autores que
crean la revista Espadaña, como son: Blas de Otero, Celaya, Dámaso Alonso y
Carlos Bousoño. Es decir, autores que se encuentran desamparados y muestran la
religiosidad en tono desesperanzado de duda, mientras realizan invocaciones a
Dios preguntándole sobre el misterio del dolor humano, con un estilo bronco
directo y sencillo. Además, dentro de esta tendencia podemos encontrar tres
ámbitos distintos: el postismo, el grupo cántico y la poesía orientada a los
50. El postismo es la tendencia que enlazada con la vanguardia, rechaza la
angustia existencial y reivindica la libertad, la imaginación y lo lúdico; en
cambio, los pertenecientes al grupo cántico, crean una poesía intimista con
gran rigor estético, que recibe una clara influencia de la Generación del 27.
Sin embargo, es con la poesía de 1950 cuando aparecen la poesía social y el
poeta solidario que pretende cambiar el panorama español, realizando un enfoque
político, mediante su poesía. Es también ahora, cuando aparece el realismo
crítico marcado por la injusticia social y el anhelo de libertad que busca un
mundo mejor, que se enfrenta a una censura que no deja hacer alusiones al
régimen. A pesar de todo, nacieron autores como Eugenio Nora y Garcilasol, con
estilo claro y directo.
En los años 60 puede apreciarse una gran modernización y un
desarrollo económico que convierten la poesía en una medida personal y
polémica, en la que destacan poetas como Ángel González, Juan Goytisolo y
Claudio Rodríguez. La poesía de los 60 se diferencia de las tendencias
anteriores en que se preocupa por el hombre huyendo de lo poético, emplea la
ironía y el escepticismo para mostrar el inconformismo ante el mundo, y se
apoya en temas como el amor, la amistad, la vida cotidiana y la intimidad,
siempre con un lenguaje coloquial y antiretórico.
En los años 70 aparecen los poetas nacidos después de la
Guerra, por lo que su educación es diferente y está basada en los tebeos, la
televisión, y un tema social que ahora aparece en el ámbito público, junto al
cine y la televisión. Esta etapa se ve marcada por un escepticismo que duda de
que la poesía pueda cambiar España, pero que admira al postismo y el grupo
cántico. Además, surgirá un nuevo vanguardismo marcado por la poesía
experimental y surrealista, la poesía clasicista y grecolatina, y la metapoesía
como poesía que habla de la poesía. Destaca la obra Nueve novísimos poetas
de Castellet.
En 1975 se ve marcado por cuatro nuevas tendencias, que son:
el tradicionalismo, el neosurrealismo, el nuevo realismo, y la poesía elegiaca
y metafísica. Primeramente, hablamos de un tradicionalismo que aparece como el
nuevo manierismo que imita a los poetas del Siglo de Oro, como Fernando Villera
con Soledades tercera y cuarta. Por otro lado, está un surrealismo que aporta el verso libre,
la ruptura poética y la prosa poética, como Fernando Beltrán con Aquelarre
en Madrid. A continuación, aparece el nuevo realismo influenciado por la
poesía de los 50, en el que cabe nombrar a Luis Montero con El jardín
extranjero. Finalmente encontramos la poesía elegiaca y metafísica que se
lamenta por la veloz juventud y belleza, en ella podemos destacar a autores
como: Carmen Conde y Mujer sin orden, Gloria Fuertes con Historia y
Gloria, y Luis Alberto de Cuenca con El otro sueño.
gracias me has ayudado muchisimo
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