Entre 1914 y 1918 se desarrollaba en Europa la Primera Guerra
Mundial, mientras que España experimentaba un proceso de crisis y recesión que
la condujeron a huelgas, desembocadas en la dictadura de Primo de Rivera en
1923. Por lo tanto, teniendo en cuenta este contexto se desarrolló el
Novecentismo, que es el movimiento literario surgido a mediados del siglo XX y se
apoya en autores como: Unamuno, Valle-Inclán. Machado y Ortega y Gasset, que funda
la Revista Occidente en 1923. Además, el término fue acuñado por Eugenio
D´Ors para todos aquellos autores que rompían con el ochocientos. Sin embargo,
este movimiento se desarrolla paralelo a las vanguardias, lo que permitió que
ambas se desarrollaran en España y Europa.
En el ámbito político-cultural este movimiento parte de un
reformismo burgués que presenta la idea del cambio desde arriba y el elitismo,
que se deshace de las actitudes decimonónicas, siendo también antirománticos y
atendiendo a lo universal, haciendo además, gala de la pulcritud y el análisis
de los problemas de una forma más serena y objetiva, que aportan menor
patetismo. En cambio, en lo estético, los novecentistas rechazan el surrealismo
y el sentimentalismo, para buscar lo apolíneo, clásico, sereno, pulcro y
equilibrado. Por otro lado, abandonan la dicción interjeccional que busca el
placer en la estética y se preocupa por el lenguaje, huyendo de lo fácil.
El ensayo se inaugura con Eugenio D´Ors, que escribe Tres
horas en el Museo del Prado, y va seguido de Gregorio Marañón con Don
Juan, y Ortega y Gasset con La revolución de las masas. Ests nuevos
autores se centran en la política y la sociedad, el pasado y los personajes
históricos, aunque también aparece el estilo elegante y claro que presenta la
vida humana y la historia, meditando sobre el hombre y su entorno. Por otra
parte, la novela continua la línea noventayochista con Concha Espina y La
esfinge maragata y se enfrenta al sentimentalismo con el intelectualismo,
mediante autores como Wenceslao Fernández (El bosque animado), Gabriel
García Márquez (Memoria de mis putas tristes) y Ramón Pérez de Ayala (Luz
de domingo). En cambio, en la poesía destacan Fernando Villalón y León
Felipe.
Junto al novecentismo o Generación del 14 aparece el
vanguardismo, bajo la influencia del surrealismo, el cubismo y el dadaísmo europeos.
Dentro de este movimiento de lucha y oposición que huye de lo sentimental,
anecdótico y patético, aparece: una vanguardia alegre y confiada, que se
desarrolla durante los años 20 mediante el humor y la literatura pura; que va
seguida de una vanguardia comprometida y angustiada en los años 30 que prefiere la impureza, y
la literatura de raíces humanas. Esta situación se vio apoyada por Gómez de
la Serna, que con Prometeo integra la greguería y la literatura europea,
y, Ortega y Gasset, que se interesa por el nuevo arte en La deshumanización del arte.
Finalmente, los ismos españoles serán: el ultraísmo
(rechazo de lo trágico y sentimental, junto al distanciamiento de arte y
vida, que elabora risas, juego y humor), el creacionismo (crea nuevas
realidades y mundos para dejar de imitar el verdadero mundo, y así divide vida
y literatura), y el surrealismo (rehumanización del arte, conectar con lo
oculto y la psique humana, rechazando la poesía pura y creando nuevas
estrofas). En definitiva, destacan: Guillermo de la Torre, Gerardo Diego y
Francisco Larrea.
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