sábado, 2 de junio de 2012

Santo Tomás de Aquino


“La fe se refiere a cosas que no se ven, y la esperanza, a cosas que no están al alcance de la mano”

Nace en 1225 en Nápoles y en 1274 empieza a escribir “Suma Teológica”, pero no la termina. En este año muere y es convocado en el concilio de Lyon. A diferencia de San Agustín, Santo Tomás es partidario de la independencia de la razón, ya que el hombre es capaz de captar el universo, sus leyes y la verdad a través del esfuerzo intelectual. Esta verdad se puede conseguir por distintos caminos, aunque todos son convergentes, porque  el fin de todo conocimiento es Dios; al cual podemos llegar tanto por revelación como por la razón. Según él, los conflictos entre razón y entendimiento son solo aparentes, excepto en el caso de que la razón se haya introducido en el ámbito de la fe, ya que ese ámbito es propio de la teología y no de la filosofía. Finalmente defiende la inteligibilidad del mensaje de la revelación, ya que se dirige al hombre. Aún así, esta inteligibilidad es distinta según la verdad que haya que demostrar; algunas verdades son demostrables racionalmente; y otras solo se conocen por revelación. A continuación inicia su pensamiento metafísico, que se divide en: potencia y acto, analogía del ser y existencia de Dios. Para empezar, la potencia y el acto muestran una esencia, un dios y unos seres. La esencia es la potencia que recibe la existencia, que es el acto que convierte a la esencia en acto; Dios es puro acto porque en él no hay potencia, pero, en los seres encontramos que aunque son en potencia no todos existen de hecho, negando el hilemorfismo aristotélico. Por su parte, la analogía del ser nos muestra un mundo jerarquizado en el que Dios se encuentra en la cúspide y el resto de seres por debajo de él. Dios se encuentra en lo más alto porque es el principio y fin de todo lo demás, ha creado a los seres y es el verdadero ser, sin embargo, los seres creados son seres contingentes, su existencia no depende de ellos mismos y en ellos se da una diferencia real entre esencia y existencia; mientras que Dios es el ser necesario, y su existencia está contenida en su esencia. Entre los seres creados, hay seres inmateriales y materiales y utiliza la teoría hilemórfica aristotélica para explicarlos, según la cual los seres corpóreos están constituidos por materia y forma. Termina la metafísica con la teoría sobre la existencia de Dios, que explica partiendo del conocimiento sensible y termina en el conocimiento de dicho ser. El conocimiento sensible no es apreciable por la razón y se basa en argumentos apriori. Si todo lo que se mueve es movido por otro ser, tiene que haber un motor inmóvil que inicie dicho movimiento; si la perfección es participada y causada, tiene que haber un ser perfecto; si la eficiencia nos muestra como las causas no se causan a sí mismas, tiene que haber una causa principal; si los seres son contingentes, tiene que haber un ser necesario; y la finalidad es un orden causado por un ser inteligente. Mediante la antropología nos muestra una concepción aristotélica del hombre que ha sido adaptada al cristianismo. El hombre es un ser imperfecto que se asemeja a Dios. Las sustancias poseen un alma racional y espiritual, y un cuerpo sensible que piensa y siente. El alma es perfecta y se une al cuerpo, aunque al ser inmaterial puede convivir sin él cuando este muera. Por otro lado se encuentra la epistemología, que también establece una relación entre el hombre y los sentidos. El hombre posee unos órganos sensoriales que le colocan en contacto con la realidad sensible, que lo conduce hacia la experiencia sensible a partir de os datos sensoriales. Por lo tanto, el entendimiento debe abastecer lo universal creando una imagen en la mente, que más tarde es despojada de sus características para conocer su verdadera esencia, es decir, la cosa concreta. Ya que este Santo no  podía ser diferente a los demás filósofos también establece una ética, la ética tomista y eudodemonista que considera la felicidad un bien supremo que consiste en la visión de Dios en la otra vida. Quiere decir, que Dios se basa en una ley eterna que gobierna el mundo. Esta ley eterna se traduce en una ley natural para el resto de seres. El hombre conoce y basa su conducta en esta ley. Somos sustancias y queremos conservar nuestra existencia, pero también somos animales que queremos procrear. Por lo tanto, nos basamos en una ley positiva (nomos) y mutable.

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