En España podemos encontrar lagos, lagunas, zonas de
albuferas o ensenadas, marismas de agua dulce o salada, embalses y
subterráneas. Por su parte, los lagos pueden ser endógenos si se han formado
por fuerzas internas de fallas o volcanes; son exógenos cuando se forman por
factores externos como el agua y el hielo; y son mixtos cuando se han formado
de ambas maneras. En cambio, las lagunas se caracterizan por ser de agua dulce
y tener dimensiones desiguales que provocan su poca profundidad, característica
responsable de la salinización del agua a causa de la evaporación. Respecto a
las albuferas, es básico saber que se tratan de lagunas litorales de agua
salada separadas del mar por un cordón de arena, lo que quiere decir que se
diferencian de las ensenadas en que estas, son accidentes geográficos costeros
también conocidos como: bahías. Finalmente, las marismas se definen como
ecosistema húmedo en el que crecen plantas herbáceas.
En España podemos encontrar numerosos embalses, que son extensiones
de agua almacenada artificialmente mediante la construcción de una presa. Su
función consiste en regular los caudales y aumentar la producción de energía
eléctrica, con el fin de abastecer las necesidades humanas e industriales.
Las aguas subterráneas se forman a partir de precipitaciones
que pueden evaporarse, circular vertiente abajo por las laderas, o ser
absorbidas por la vegetación. En cambio, cuando el agua se almacena en el
subsuelo podemos encontrarnos con una capa impermeable con dicha agua, lo que
se define como acuíferos. Estos, son bolsas de agua localizadas en el interior
de las rocas que al llegar a su máximo almacenaje salen al mar o a un
manantial. En España hay más de 350 acuíferos.
Para el aprovechamiento de las aguas se emplean los pozos,
que son excavaciones verticales que alcanzan el nivel freático de las aguas
subterráneas. Sin embargo, la calidad del acuífero varía en función de las
rocas que contienen. Es sabido que hoy en día los acuíferos costeros han sido
explotados, y de ellos se ha realizado una extracción masiva con el fin de
cubrir las necesidades humanas. Por lo tanto, esa situación ha provocado una
sobreexplotación en la que el agua subterránea ha dejado de renovarse, e
incluso se han descubierto casos en los que el agua marina se infiltra y
provoca la salinización. Otro de los motivos mediante los que estamos
destruyendo las aguas son: el uso de plaguicidas y pesticidas, y el empleo de
residuos industriales y urbanos, que provocan la contaminación de acuíferos.
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