sábado, 2 de junio de 2012

David Hume

"Nada es más libre que la imaginación humana"

David Hume fue un filósofo perteneciente a la Eadad Moderna, que se dejó influenciar por el movimiento empirista del siglo XVII-XVIII. Este movimiento niega las ideas innatas porque no existen conocimientos independientes o de la experiencia; el conocimiento sensible puede distinguir lo verdadero de lo falso, pero no puede haber un conocimiento universal, porque el conocimiento se forma por juicios provisionales que serán posteriormente corregidos. Este conjunto de ideas cobran vida en la metafísica, campo en el que Hume niega el innatismo de Descartes. Los conceptos mentales son percepciones que provienen de la experiencia, por eso pueden existir; sin embargo, no existen ideas innatas, ni ideas que tengan representaciones previas a la experiencia, aunque esto no quiere decir que nuestras percepciones sean representaciones del mundo. Para explicar su pensamiento metafísico desarrolla una clasificación de ideas, en la que realiza tres grupos distintos: las ideas según la vivacidad pueden ser impresiones o ideas, según su procedencia pueden ser sensaciones o reflexiones, y según su composición se convierten en simples o complejas. En este momento se da cuenta de que las ideas se encuentran asociadas, pero, ¿de dónde vienen las ideas simples? Bien, para Hume las ideas simples provienen de las impresiones simples, por lo tanto, las representaciones mentales con las que razonamos son copias de las impresiones y las percepciones ya recibidas. Esto lo define como el concepto de validez que debe seguir cualquier idea que pretende ser conocimiento. Además de estar asociadas, las ideas se conducen unas a otras a partir de tres leyes: la ley de semejanza mediante la que la mente asocia ideas similares, la ley de contigüidad con la que las ideas llevan a otras cuando existe una relación espacio-temporal, y la ley causa-efecto que provoca que ciertos hechos sigan a otros al igual que sucedió en el pasado; esto quiere decir, que el “yo” está formado a partir de impresiones e ideas. Entonces, si las ideas están asociadas y se conducen unas a otras, entonces deben de estar relacionadas; el conocimiento mental está formado por ideas que provienen del pensamiento y por impresiones que vienen de la razón, de ahí, se establecen una serie de juicios que se desarrollan en las Relaciones de Ideas y en las Cuestiones de Hecho. Las relaciones entre ideas y conceptos no describen como es el mundo, pero al surgir del razonamiento crean afirmaciones universales y necesarias, válidas en cualquier circunstancia, aunque su negociación implique un absurdo. En cambio, las cuestiones de hecho son las relaciones que existen entre los hechos, que son contingentes: lo que es, lo es ahora, pero podría no serlo. Su negociación es posible y no implica un absurdo. Hume también estudia la causalidad; la conexión causa-efecto se relaciona con la ley de relación y asociación de ideas que atribuimos a los acontecimientos que ocurren en el mundo. Para que exista una idea, antes tiene que haber una impresión. La imaginación es un fenómeno que va seguido de otro por la costumbre de que en el pasado fue así, por lo que crea una proyección del pasado útil para que el mundo no sea tan imprevisible. En conclusión, una costumbre crea creencias pero no crea un conocimiento verdadero. Sin embargo, aunque Hume desarrolle parte de su pensamiento hablando de la metafísica, no la considera como ciencia: si se sigue el principio empirista nos damos cuenta de que la metafísica no es conocimiento, porque crea opiniones si consistencia ni fundamento, además, no se enmarca en las relaciones de ideas o en las cuestiones de hecho. También critica a la sustancia extensa, finita y pensante: esta sustancia no existe. La idea de sustancia no viene de ninguna impresión, no es válida y es una invención que proviene de la imaginación; la sustancia finita no existe, y Dios tampoco, ya que la idea de sustancia perfecta no tiene ninguna impresión que la legitime, por lo tanto, la religión y Dios son necesarias para la vida; la sustancia pensante está formada por percepciones e ideas que se suceden y cambian, el “yo” es una creencia de nuestra imaginación que da fundamento a algo que no lo tiene. Finalmente, en el desarrollo de su ética Hume advierte que las necesidades solamente quedan satisfechas cuando se vive en compañía de los demás. El ser humano tiene sentimientos y emociones que les hacen responsables de sus actos, esto quiere decir que sus acciones o motivaciones, vienen determinadas por sentimientos positivos o negativos que determinan su comportamiento. Es una ética utilitarista, en la que el Bien se obtiene del placer y la utilidad, por lo tanto y en el caso de la ética, el papel fundamental reside en la educación.

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