El
Romanticismo es un movimiento literario que se desarrolla desde el siglo XIX
hasta 1845. Debe todas sus características al panorama político social en el
que se desarrolló, es decir, la proclamación de la Guerra de la Independencia,
el gobierno de Espartero, la Constitución de 1812 y la política internacional
en general. También se vio influenciado por las ganas de abarcar todas las
facetas de la vida humana, tentación que obtiene de el idealismo kantiano y del
“strung un drag” de Goethe en Alemania, que estudian el subconsciente y el
campo irracional, junto al desarrollo de la imaginación y los sueños. Sin embargo,
aunque las características fueran comunes entre todas las obras del movimiento,
se desarrollaron en España dos corrientes distintas: la primera fue creyente,
aristocrática y arcaica, pero la segunda se convirtió en una tendencia descreída,
racional e innovadora.
La
literatura romántica
es egocéntrica y subjetiva. Los autores buscan la libertad y la imaginación
para enfrentarse a un mundo que les decepciona, además se refugian en una
religiosidad inconsecuente de la que nacen ateos o adoradores de héroes
blasfemos. Para los románticos la verdad se encuentra dentro del hombre y
condicionada por el mismo. Son egocéntricos e individualistas, para ellos “artista
se nace y no se hace”, lo que les da la total libertad para explayar su
imaginación sin límites. Todos ellos se ven rodeados de un pesimismo vital que
les hace pensar que los valores están condicionados al fracaso, por eso no
aprovechan su libertad creadora para romper la métrica y renovar el lenguaje. Respecto
a los temas, suelen ser de amor, muerte e infelicidad, porque los autores no
soportan el mundo en el que viven. Sin embargo, que se sientan agobiados no
quiere decir que no aprecien su entorno, es más, se encuentran muy ligados a él
e incluso diferencian entre lo que es una nación y lo que significa pertenecer
a un pueblo.
El
teatro romántico se
ve representado por autores como Zorrilla y Don Juan, o el Duque de
Rivas y Don Álvaro y la fuera del sino, que rompen con las reglas
neoclasicistas y ponen fin al determinismo naturalista. Los autores del teatro
romántico mezclan la prosa y el verso, pero se preocupan más de los temas, los
cuales, tratan sobre el amor más allá del bien y el mal, o el amor que conduce
a la muerte. Los protagonistas son héroes y heroínas que representan la rebeldía,
la libertad, la dulzura y la inocencia.
La
prosa romántica se
desarrolla en cuatro ámbitos principales: la novela histórica, el cuadro de
costumbres la poesía narrativa y la lírica. Para empezar, la novela histórica
es el género inaugurado por Walter Scout y Víctor Hugo, que al establecer la
supremacía se convierten en encargados de guiar a nuevos autores como:
Espronceda con Sancho Saldaña y El estudiante de Salamanca en la
prosa narrativa, o López Soler con Caballero
y cisne. En cambio, el cuadro de costumbres sigue representando la realidad
social y literaria del momento, y qué mejor pregonero que Larra y su obra poética,
ensayística, crítica y teatral, que nos muestre lo que sucedía con su estilo
depurado, satírico y apasionado. Finalmente, se presenta una lírica
imaginativa, persimista, innovadora, intimista y subjetiva, que podemos
encontrar en obras como La hija del mar o Las rimas de Bécquer.
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