El Neoclasicismo (Literatura del siglo XVIII)

El Neoclasicismo es un movimiento histórico-cultural y literario que se desarrolló durante el siglo XVIII, empapado del ambiente revolucionario de la Revolución Francesa, en 1789. Es, por tanto, un movimiento en el que se enfrentan, tanto en la sociedad como en la literatura, una mayoría conservadora, tradicional y aferrada a las costumbres, y a un determinado estilo literario, contra una minoría innovadora. Sin embargo, aunque esta minoría de escritores no fueron tan populares como los barrocos, realizaron una serie de innovaciones como los textos que abarcaban cualquier rama del saber, o las publicaciones periodísticas en las que predomina el estilo ágil y sencillo.

Dentro de la poesía del Neoclasicismo pueden destacarse tres corrientes diferentes: el posbarroquismo es el movimiento que se desarrolla tras el barroco, continuando con sus tendencias; el prerromanticismo es aquel movimiento que se desarrolla en el último tercio de siglo con un estilo melancólico y sencillo; pero es finalmente el Neoclasicismo, quien con un estilo verosímil y de estilo directo y sencillo, consigue hacer desaparecer la mezcla del tono elevado con el familiar, la mezcla entre la prosa y el verso o la tragicomedia, que se sustituyen por la combinación de la prosa divulgativa y el ensayo.

Por otra parte, el teatro se presenta con mayor efecto visual, junto con la nueva intención evasiva y lúdica. Además, será Luzán el que lo inaugure con su obra Poética, que fija las bases del teatro del siglo XVIII y critica al Siglo de Oro, ya que sin reglas no hay perfección. Dentro de este mismo ámbito aparecen tres niveles diferentes del teatro: la novela costumbrista, en la que destaca Moratín con El sí de las niñas, que tiene como intención españolizar la comedia española; por otra parte, aparece la tragedia neoclásica acompañada de Caldaso con Sancho García, en la que se mezcla la tragedia francesa con los temas de la historia nacional española, y adapta el teatro a las reglas de la escena española. Finalmente, el teatro popular se desarrolla con diferentes innovaciones como: las tonadillas que nacen de las jácaras del Siglo de Oro, y los sainetes que funcionan como pequeñas obras desarrolladas entre el acto inicial y final de una gran obra. Por su parte, esta tendencia viene acompañada de Ramón de la Cruz con El viejo y la niña.