La industrialización en España nunca fue un camino de rosas,
ya que siempre nos han llegado algo tarde las innovaciones y los elementos
capaces de impulsarla. La industrialización podría decirse que comenzó a
mediados del siglo XX, pero fracasó totalmente al ser lenta e irregular. Esto
sucedió porque la burguesía no emprendía en la capitalización de la industria,
mientras que la poca capacidad adquisitiva de la población, conducía a la caída
de la demanda y el fomento de la industria. Además, se encontraba el tema de la
pérdida de las colonias en Europa, que nos dejaban sin manufacturas para
engrosar hacienda e impulsar los mercados. Por otra parte, Europa compraba
materiales el suelo y el subsuelo, pero lo hacía a precios muy baratos, al contrario que España, lo que provocaba la caída aún más
rápida de la economía. Por otro lado y como el mayor de los errores, se apoyó
un librecambismo que prácticamente no cobraba impuestos a los productos
extranjeros. Finalmente, las Guerras Carlistas y la Guerra de Independencia,
fomentaron el definitivo desgaste socio-económico.
En 1939 Franco había ganado la Guerra Civil española, lo que
supuso la aplicación de una autarquía que impedía la entrada de productos que
no fueran españoles, provocando la devastación de la economía. Todo esto se
sumaba a una crisis que comenzaba en 1973 y se enlazaba con una crisis del
petróleo en 1975; que terminarían en un intento de reconversión industrial inniciada años después de la muerte del dictador, en 1982. Sin embargo, antes
de dicha reconversión pudimos observar como crecía la economía española, que se
consolidaba con la llegada del Plan de Estabilización, en el que
España comenzaba a abrirse a los mercados europeos. Este crecimiento económico
se vio apoyado por la mejora en las industrias y los bienes, que poco a poco
aumentaban gracias a las dividas de emigrantes, el turismo y las inversiones
extranjeras.
Actualmente nos encontramos sumidos en una serie de nuevas
circunstancias internacionales que hacen que los sectores maduros, como el de
la siderurgia, se reconviertan y recuperen de la crisis. Además, los sectores
dinámicos comienzan a presentar elevadas perspectivas para el futuro gracias al
aumento de sus demandas. Por otra parte, se han observado mejoras en los
sectores en punta que presentaban un grave retraso a causa de la dependencia exterior,
mejorando su tecnología y fomentando la investigación. Finalmente, también ha
ayudado el apoyo que el sector agroalimentario ha recibido de los minifundios y
las multinacionales.
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