sábado, 2 de junio de 2012

El Modernismo y su evolución hacia la Generación del 98


El Modernismo es un movimiento literario que comienza a desarrollarse en España y en Europa a finales del siglo XIX, de tal forma que renueva el panorama anterior y se opone al Siglo de Oro con la ayuda de autores como Rubén Darío. Es una literatura que busca la exaltación de la pasión, los sentidos y la irracionalidad. Los escritores no se encuentran a gusto en el mundo que viven, por lo tanto, deben realizar el escapismo espacio-temporal. Los temas son de amor y erotismo, desarrollados gracias a la libertad creadora que nace del gusto de hacer “el arte por el arte”. Estos autores consiguen renovar la palabra y enriquecer la nueva con la aportación del soneto y el versículo, las rimas internas, las armonías y los paralelismos. En la primera etapa del movimiento aparecieron autores como Salvador Rueda y Manuel Reina, que elaboraron una poesía alegre y comprometida, de la que después tomará ejemplo Rubén Darío. Este precursor del modernismo comienza centrándose en la prosa y el verso en obras como Azul, pero después evoluciona al cenit con Prosas profanas, hasta legar a su faceta más elegante y refinada con Cantos de vida y esperanza, que marcan el final de su obra. Sin  embargo, en la segunda etapa del movimiento los autores se encuentran asentados e integrados en la sociedad y el movimiento. Es el caso de autores como Valle-Inclán, que trata temas de amor, muerte y religión vividos por un aristócrata decadente y amoral, conocido como: el Marqués de Bradomín. Por otra parte encontramos a los hermanos Machado, Manuel y Antonio. El primero de ellos hablará en obras como Alma, del andalucismo y la visión cosmopolita de la vida; en cambio, su hermano trata temas del paisaje como el espejo del alma, lo que influye notablemente en la Generación del 98 con obras como Campos de Castilla. Finalmente nos topamos con Juan Ramón Jiménez, que elaboró su obra iniciándose en una etapa sensitiva y romántica que le llevó a escribir Platero y yo, para pasar a una etapa intelectual de estudio en la poesía y la prosa, con la creación de Diario de un poeta recién casado; y termina en una etapa mística, de perfección y angustia existencial, donde escribe: Dios deseado y deseante.

La Generación del 98 se desarrolla tras la crisis de ese mismo año, que consistió en la pérdida de Puerto Rico, Cuba y Filipinas, acompañado de una crisis burguesa, que dio lugar al sentimiento de protesta y amor al arte.

Los escritores noventayochistas tienen un espíritu individualista que les ayuda a ser objetivos cuando tratan el tema del desastre de 1898. Son autores que buscan españolizar Europa, y por eso se fijan en lugares como Castilla, donde se ven inspirados por el paisaje, su gente, su historia…; teniendo en cuenta la influencia que tuvo para el desarrollo de este pensamiento la aparición de la intrahistoria de Unamuno, que se definía como la historia de la historia. Sin embargo, a pesar de que se preocupen de forma existencial por España y la amen, se dejan empapar por las nuevas ideas occidentales, como puede ser la lectura de Nietzsche o Schopenhauer; pero esto no quita que no quieran tomar ejemplo de clásicos como Bécquer o el Arcipreste de Hita. Son autores a los que les puede la realidad de España, por eso escriben obras optimistas, para intentar cambiarla; esto les hace únicos y rechazadores de la retórica anterior, apoyándose en el lirismo y el subjetivismo. Para ellos acabar con el problema de España significa encontrar un sentido a la vida, por eso, los temas suelen ser sobre la existencia y el paso del tiempo, o la muerte y la religiosidad. Todo ello se ve apoyado por un estilo directo, tradicional y sencillo.

En este periodo fue cuando Azorín abre paso a la nueva narrativa con La voluntad, en la que habla del sentimentalismo, la racionalidad y la espiritualidad. Fue seguido de anarquistas escépticos y sinceros sobre la realidad humana, como Pío Baroja, que escribe Aurora roja. En cambio, hay otros que se centran en el problema de España y dudan de su existencia, como le ocurre a Unamuno en Niebla. Sin embargo, autores como Machado, se centran en las tradiciones y en el espíritu español del arte, como por ejemplo: La Lola se va a los puertos. Otros son veteranos del modernismo, como le ocurre a Valle-Inclán, gran crítico y creador de esperpentos que distorsionan la realidad hasta el aspecto más truculento, como ocurre en Canciones bárbaras. Finalmente, aunque menos destacado, se encuentra Maeztú con sus ensayos y publicaciones periódicas.

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